Las abejas nativas, sin aguijón, pertenecientes a varias especies se las denomina como “Melipónidos” las mismas que son; himenópteros de las zonas tropicales, que a semejanza de la abeja europea Apis mellifera (Apididae) viven en sociedades organizadas y para su sobrevivencia recolectan néctar y polen. El estudio de la cría y manejo de estos insectos se denomina Meliponicultura, éste término fue utilizado por primera vez por Nogueira-Neto, en 1953, (37). Dentro de las principales características de las abejas nativas constan: su aguijón poco desarrollado, poseen un comportamiento inofensivo con algunas excepciones, su miel presenta una mejor aceptación que la miel de Apis mellifera y tiene un valor económico de 4 a 7 veces mayor.
Esta actividad, no tiene hasta el momento el interés necesario por parte de las entidades generadoras de investigaciones y tecnologías, ya que se las califica de una forma despectiva por no ser “generadoras de grandes ganancias”. Todo esto, por el desconocimiento del verdadero valor medicinal y cultural que los campesinos le han otorgado a estas abejas y sus productos. De allí que, se debe recuperar y mejorar este conocimiento para la generación de nuevas alternativas de manejo de estas abejas. La importancia en la producción de miel, polen, cera y polinización que tienen las abejas nativas en los sistemas naturales y agrícolas, son temas que aun no alcanzan el interés que amerita.
La ubicación geográfica de nuestro país ha favorecido una notable diversificación y especiación de este grupo de abejas, (16). La meliponicultura es uno de los legados milenarios que los pueblos precolombinos, elevaron a la categoría de sagrado por ser fuente de salud y bienestar, (21). Los nativos precolombinos del trópico americano fueron probablemente los primeros que encontraron un método para dividir en forma artificial a las colonias de abejas nativas, el cual ha llegado hasta nuestros días y continúa vigente, (22).